El Instituto Nacional del Teatro es el organismo rector de la actividad teatral en la República Argentina, creado a partir de la sanción de la Ley Nacional del Teatro Nº 24.800. El INT es responsable de la elaboración, ejecución y seguimiento de una política teatral en todo el territorio del país, con un carácter profundamente federal.
Durante la gestión 2015/2019, con Marcelo Allasino a cargo de la Dirección Ejecutiva del organismo, se presentaron anualmente los informes de gestión, los que que quedan reunidos en esta publicación final, denominada “Informe Gestión 2015/2019”.
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Marcelo Allasino fue director ejecutivo del Instituto Nacional del Teatro desde diciembre de 2015 hasta enero de 2020. Durante su gestión el INT logró dar un salto de calidad en la implementación de las políticas públicas destinadas a las artes escénicas: por primera vez se brindó acceso real a la información del organismo, se implementaron políticas para internacionalizar el teatro argentino, se democratizaron todos los recursos del organismo, se realizaron reuniones abiertas en todo el país, se celebraron acuerdos con universidades públicas para proyectos de formación y se distribuyeron todos los recursos a través de convocatorias públicas. Nuevos programas y planes lograron cambiar la realidad de múltiples comunidades de todo el país: el Plan de Infraestructura más importante de la historia del organismo permitió la construcción de 7 nuevos espacios teatrales y la compra de 16 salas en todo el país, el equipamiento de 200 espacios; se firmaron 25 convenios de cooperación con instituciones de otros países, 71 compañías argentinas giraron por el mundo, se implementó el programa Cruce de Fronteras, 22 jóvenes pudieron formarse en el exterior, 11 bibliotecas de diversos países recibieron las publicaciones de la Editorial INTeatro, por primera vez autores argentinos fueron traducidos a otros idiomas gracias al organismo, entre muchos otros logros.
Dijo Allasino sobre su gestión al frente del INT
“Han sido cuatro años muy intensos, en los que gracias a nuestras convicciones y a una vocación de trabajo incansable, concretamos grandes logros institucionales. Esas convicciones tienen que ver con entender al servicio público como una forma de priorizar el bien común por encima de intereses personales, de habilitar las voces de las minorías, de intentar equilibrar las desigualdades y desterrar las inequidades. De entender la rigurosidad como requisito fundamental para el desarrollo. Esas premisas fueron nuestro norte, y aunque no estuvieron exentas de críticas o puntos de vista disidentes, contaron en cada oportunidad con el respaldo que ofrece el marco de la democracia: las diferencias se dirimieron, siempre, en el marco de la institucionalidad, de las normas que son guía y deber para todos los funcionarios del Estado.”