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El sábado pasado terminamos la temporada estreno de “Mis palabras”.  Fueron 18 funciones intensas, preciosas, en El Cultural San Martín de Buenos Aires, en un contexto duro.  

Sigo vibrando, con el cuerpo enrarecido, exhausto y feliz.  Se movieron muchas cosas en estos meses, porque la historia de la obra tiene la carga de varios años y mi cuerpo lo sabe.  

Agostina se me había incrustado en la cabeza luego de escribirla.  Sentí que sólo ella podía prestarle el cuerpo a Cintia.  El camino que recorrimos juntes fue largo y sinuoso, con postergaciones, suspensiones, cambios de compañero de escena, cambios de asistente, pandemia, confinamientos, ensayos en mi casa, en espacios alquilados, con fechas de estreno aplazadas…  Ambos estuvimos dispuestos a lo que sea.  A poner el cuerpo, la casa, el dinero, los viajes, las esperas, todo.  Hubo una acumulación de deseo y de necesidad, de ir en contra de la imposibilidad, de hacerlo a-como-dé-lugar, que dieron como resultado un trabajo poderoso.  Fuimos afortunades en esperar y encontrar a las personas indicadas para lograrlo.  

Lo que Agostina hace en escena es algo que yo siento como Hechicería y sólo se da en algunas raras ocasiones.  Me siento afortunado porque esta es una de ellas.  Gracias, hechicera de la escena y de la vida.  Tu trabajo trasciende lo imaginable y compartir con vos es un lujo, un privilegio.  Larga vida a nuestro amor.

Después de otros José Luises llegó Nahuel.  Hicimos una búsqueda entre muchos actores, porque no quería quedarme en el pequeño círculo de los buenos intérpretes que uno ya conoce.  El Universo es sabio: hubo que darnos ese tiempo para encontrar a quien hiciera que la sintonía interpretativa fuera perfecta.  Su sensibilidad, generosidad y obsesión son de otro mundo.  Gracias Nahue del amor y del talento.  Todo lo que esperás de la actuación te llegará multiplicado por mil.  

Dirigir a Agostina y Nahuel fue un viaje de descubrimientos y aprendizajes, lo más hermoso que me puede pasar al dirigir una obra.  Gracias por la generosidad y la entrega, los amo forever.

El agradecimiento se extiende a un equipo integrado por seres de una belleza inabarcable: a Nico por la magia frondosa de sus sonidos y sus músicas, a Uri por un vestuario que elevó mi trabajo y me provocó a repensar muchas cosas de la puesta, y a ambos por aceptar la locura de estar en escena como dos intérpretes más…  Son dos artistas talentosos e inspiradores.  A Lea por tanto: por insistir y cargarse al hombro sus propios equipos para lograr hacerlo en un mejor lugar que el que nos ofrecían, por la belleza de sus luces y sus colores (cuántos trabajos juntos ya llevamos, amiga de mi alma).  A Nacho por bancarse mis idas y vueltas y resolverlo todo hermosamente con tan pocos recursos.  A Mauri y Fabi, por surfear las dificultades tecnológicas y lograrlo a pesar de todo y embellecer la escena.  A Sol y Camila, por la mirada generosa, la entrega absoluta, mis camarógrafas amadas que hacen poesía con cámaras prestadas y teles con píxeles muertos.  A Clari por un universo dibujado que amplía las resonancias de nuestra obra de un modo sensible y bello.  A Rami y a todo el equipo rafaelino por los videos que complementan la locura.  A Leonor por su diseño exquisito.  A Santi, primer productor con el que trabajo en mi vida y con quien recorremos un camino de aprendizajes diarios – ásperos algunos – en los que nunca faltan el cariño, las risas y la admiración mutua.  A Agus, asistente de producción dedicada y amorosa.

Y especialmente a Juliana, ángel protector, asistente rigurosa, hermosura que la vida cruzó en mi camino gracias a la recomendación de Santi.  Sin vos esto no funciona.  Te amo forever.

Gracias a quienes vinieron a verla (algunos desde lejos!) y nos compartieron sus generosas palabras sobre Mis palabras.  Gracias a quienes no pudieron balbucear nada, pero nos compartieron sus lágrimas y sus abrazos.  

El mundo es horrible.  Los humanos somos seres llenos de oscuridad, y abusar de quienes se manifiestan vulnerables, forma parte de nuestra naturaleza.  Pero hay dos territorios que nos permiten modificarnos: el amor, y la creación.  Por más amor, por más arte.

La foto es de Máximo Parpagnoli, gracias genio.

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