"El espectáculo es una especie de megacafé concert en el cual los actores van recorriendo las mesas y desparramando las claves de una historia que se va armando poco a poco en medio de un montaje impecable en sus aspectos formales."

"Lo mismo que el café es un planteo original e interesante. Los espectadores se ubican en las distintas mesas del lugar y los actores, caracterizados y encarnando a diversos personajes, se sientan y dialogan con ellos. Hay tres rotaciones en las que los actores cambian de mesa y dos números musicales en el escenario. Al finalizar la función, cada espectador habrá armado una historia con los relatos de los tres actores que pasaron por su mesa, y habrá visto una obra distinta."

"La dinámica de la obra es de interacción con el público. Por las mesas, deambulan los personajes que, de repente, se sientan y cuentan su historia. Cada mesa conoce una historia a través de tres perspectivas diferentes. Los actores trasladan el dramatismo al relato que dura de 10 a 15 minutos y que necesita la complicidad y contención de los dos comensales, ajenos a ese mundo que entra por la mirada de los actores; trabajo que convenció en ese bar teatral, íntimo, a media luz y en la madrugada lluviosa."

"La propuesta tiene un perfil glamoroso y extrañado, y se despliega en un brumoso clima de cabaret, con una presentadora que canta tangos mixturando el francés y el castellano, que recuerda a las décadas del 30 y 40, y que confirma la fuerte influencia que Allasino tiene de sus seis años de trabajo con Alberto Felix Alberto."

"La exquisitez en la totalidad de la propuesta tiene la firma de Marcelo Allasino, quien una vez más demostró ser un talentoso director. Porque desde la abrumadora presencia de la soledad, el vacío y una triste y confusa cotidianeidad logró destilar el encuentro de sus personajes en el mundo, para hablar sobre la sinrazón del ser humano, nuestras miserias, nuestras penas y nuestros instantes sublimes."