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En noviembre del año pasado me invitaron a un festival en Rosario que se desarrollaba en el Centro Cultural Parque de España. Fui con la carpetita de “Mis palabras” bajo del brazo, y con ganas de volver a dar unas clases en ese espacio maravilloso. El Parque de España me recibió como docente por primera vez en la década del noventa, cuando volví de mi beca en la escuela de Lee Strasberg. Desde entonces tuve el privilegio de compartir distintas instancias relacionadas con mi hacer como docente y también como artista: presenté varios de mis trabajos como director, como dramaturgo y también como intérprete.
Esta vez tuve la dicha de encontrarme, de nuevo, con un equipo abierto a la escucha. Conversamos con Fernanda, su directora, y con Giulia, su encargada de programación de artes escénicas. Se dio algo hermoso: enseguida nos entendimos muy bien, coincidimos con nuestras miradas sobre las urgencias del sector cultural en nuestro país, en nuestra provincia, en la ciudad de Rosario, y decidimos trabajar juntes. A partir de entonces se fue modelando un laboratorio de proyectos escénicos en diálogo con otras disciplinas, esos que escapan de las etiquetas y las clasificaciones, y quedó bautizado como “Descarriadas: las artes escénicas expandidas”.
Se hizo una convocatoria abierta en la que postularon 40 pre-proyectos, de los que fueron seleccionados 20. A lo largo de un poco más de dos meses, transitamos un itinerario tan provocador como fascinante: artistas de distintas edades, con recorridos y búsquedas muy diferentes, abrieron la cocina de sus creaciones, en una instancia plena de vulnerabilidad, de exposición, de cruces y sobre todo, de mucha generosidad.
Lo central del proceso fue el tiempo compartido, que nos permitió conocernos y construir vínculos de afecto. Lo emocional se impone como parte de la construcción de un nuevo territorio político que apunte a transformarnos mutuamente.
Salirse del carril implica arriesgarse a tumbar el vagón, pero ya estamos cansados de ir siempre por las mismas vías, esas que tienen destinos conocidos y que no logran cambiar lo esencial. Descarriarse genera ansiedades y miedos, pero también descubrimientos. Nuestras ruedas se deslizaron por nuevas superficies, y resultaron muy bellas.
Quiero agradecer profundamente al equipo del Centro Cultural Parque de España por esta posibilidad preciosa de encuentro y de intercambios (productores y técniques, son lo más). A les participantes, que se entregaron con generosidad, honestidad y cariño. Gracias también a les disertantes de nuestras charlas magistrales: Sebastián, Gabriela, Mónica y Santi. A mis compañeras juradas, Cristina y Vilma. Y muy especialmente a mi compañera de aventuras y de sueños imposibles, a mi amada Agostina.

La foto es del genial Guillermo Turin Bootello.

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